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Photo credit: Hernán González

Regina Yugovich

Violín Barroco

Texto original de Laura Flores Valle

Entrevista realizada en mayo de 2021

Publicada en agosto de 2021

Una casualidad total. Así define Regina Yugovich (Paraguay, 1985) su encuentro con la música barroca.

 

Nacida en una familia de músicos –su abuelo era bandoneonista y compositor, su madre es pianista y sus tres hermanas, al igual que ella, estudiaron música en el Conservatorio–, Regina está consciente de que absorbió con total naturalidad la fascinación por la música que reinaba en su casa. De pequeña, el momento más feliz del día era esperar a que su mamá regresara del trabajo, al final de la tarde, y sentarse con ella a escucharla tocar piano: “Sentía que vibraba con ella”, afirma emocionada.

“Empecé a tocar violín desde muy chica, pero llevé clases de otros instrumentos también; mis papás siempre estaban buscando oportunidades para que yo pudiera crecer musicalmente. Cuando tenía once o doce años, mi papá encontró un curso de verano en Brasil, en Curitiba. El curso de violín “moderno” estaba lleno, entonces encontró un lugar en violín "barroco”; me preguntó si me interesaba y le dije que sí”.

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Photo credit: Hernán González

Ese viaje –el primero que realizó sola en toda su vida– llevó a Regina al encuentro con la música barroca: una verdadera cámara de las maravillas que, desde entonces, no ha dejado de deslumbrarla, y que la llevó, años después, a estudiar con grandes maestros como Enrico Gatti, Renata Spotti y Olivia Centurioni.

 

“Recuerdo que el curso de Curitiba tenía un nivel muy alto y el profesor era Manfredo Kraemer, todo un referente en el mundo de la música barroca. Yo llegué con mi violincito moderno y mi concierto de Bach nivel estudiante de conservatorio, pero no entendía nada. ¿Qué son esos arcos?, ¿por qué suena todo más bajo? No entendía absolutamente nada. Aun así, Manfredo me hizo tocar…”.

 

Regina sonríe al recordar esa primera experiencia y la define, con total franqueza, como un “papelón”; un momento de vergüenza que cambió su vida para siempre:

 

“No sé específicamente con qué resoné, pero resoné fuertemente con algo. No sé si fue con las frecuencias de la afinación 415, con el sonido de las cuerdas de tripa, o con esa manera de tocar, que me parecía muy flexible y etérea… Yo resoné rapidísimo y desde ahí me quedé un poquitito obsesionada con el violín barroco”.

Aunque Regina siguió su camino en el violín moderno, cada vez que tenía la oportunidad hacía música barroca. Con el tiempo, y gracias a su trabajo como violinista en la Orquesta Sinfónica del Congreso Nacional de Paraguay (OSIC), logró comprar su primer arco barroco. Después, paralelamente a su puesto como concertina, tocó con varios ensambles; entre ellos, uno que fue parte del Ensamble Paraguay Barroco, que a su vez formaba parte de un proyecto francés llamado “Chemins du Baroque”.

“Con este grupo fuimos a Europa (Francia) un par de veces. Grabamos un CD para Harmonia Mundi. Además, fui parte de otro ensamble en Paraguay llamado Bach Collegium de Asunción, con el cual, además de realizar innumerables viajes fuimos varias veces al Festival Misiones de Chiquitos, en Bolivia, que está dedicado a la música renacentista y barroca latinoamericana. Grabamos las sonatas chiquitanas y músicas de las misiones jesuíticas. Me apasiona ese tipo de repertorio e investigar al respecto”.

Fue así como Regina, poco a poco, fue acercándose a ese mundo barroco que tanto llamaba su atención:

“Luego de haber vivido un tiempo en Brasil por estudios, cuando volví a Paraguay, me puse en contacto con la gente que hacía música barroca y les dije que quería seguir tocando y aprendiendo sobre esta rama de la música. Además, como llegué a ser parte del ensamble joven de la Bach Academy por tres años, en Alemania, tuve la oportunidad, en uno de esos viajes, de conocer al profesor de violín barroco de Milán, Enrico Gatti. Él me preguntó si estaba interesada en estudiar violín barroco formalmente y me dijo que podía hacerlo con él. Aunque la decisión de irme fue un poco precipitada, pues me vine a Europa sin beca y sin nada seguro, yo tocaba en la Orquesta del Congreso de Paraguay y tenía algunos ahorros. Mi pareja también se animó; él es economista y es bastante aventurero, así que decidimos juntar todos nuestros ahorros y venir a Italia. Nos lanzamos un poco de cabeza. Al año siguiente de mi llegada logré conseguir una beca”.

En el 2014, Regina ingresó a una licenciatura en violín barroco con Enrico Gatti, en el Conservatorio de Música Giuseppe Verdi, de Milán, donde se graduó en el 2017 con la guía Renata Spotti. Ese mismo año inició una maestría en violín barroco con la maestra Olivia Centurioni, en el Conservatorio Guido Cantelli, de Novara, de donde se graduó con honores en el 2021. En el año académico 2019-2020 recibió una beca de estudios para realizar un Erasmus Master Exchange en el Conservatoire Royal de Bruxelles, Bélgica, con Mira Glodeanu y Benoît Douchy.

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Photo credit: Hernán González

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Photo credit: Hernán González

“Tuve muchos profesores que me transmitieron el amor al violín, pero mis profesoras más recientes, Olivia Centurioni y Renata Spotti, me ayudaron muchísimo a conocerme a mí misma. Después de mi relación con ellas, creo que crecí mucho; tomé consciencia de mis fortalezas y debilidades. Siento que me ayudaron a encontrarme o, al menos, a identificar el camino para llegar a hacerlo algún día…”.

Su maestría, que finalizó en marzo de este año, en plena pandemia, fue un proceso que la llevó indagar en un universo fascinante: el lenguaje musical del 1600 y las relaciones entre la música, el esoterismo, la magia y la sacralidad.

 

Básicamente, trató de encuadrar la música de Antonio Bertali en la antica sapienzia, el pre-Racionalismo, la estética de las cámaras de las maravillas y la tecnología esotérica.

A Regina siempre le ha apasionado la idea de buscar la esencia de las cosas y piensa que esa sed y esa curiosidad han sido fundamentales en su proceso de aprendizaje como persona y como música:

“Cuando pienso en mi vida sinfónica (pre-barroca), cuando me desempeñaba como spalla o concertina de la Orquesta del Congreso de mi país, tengo la sensación de recordarme como una persona diferente o lejana a la que soy ahora. Definitivamente, el mundo barroco me abrió la cabeza. En el mundo académico tradicional, generalmente se enfoca la interpretación desde un punto de vista mecánico-instrumental; sin embargo, en el mundo de la música barroca (que puede decirse que es el inicio del mundo instrumental) se parte de que la musa inspiradora de la interpretación es siempre la naturalidad de la voz humana y las vibraciones que se encuentran en la naturaleza. En mi caso, siento que este enfoque cambió mi manera de sentir la música y me enriqueció mucho a la hora de tocar otros estilos. Me gusta mucho que el mundo de la música antigua sea mucho menos protocolar que el mundo sinfónico”.

Esta claridad se transforma en entusiasmo cuando Regina se refiere al proyecto de la Orquesta Barroca de las Nueve Musas, de la Mount Parnassus Foundation, organización liderada por Catalina Guevara Klein. Considera que la idea de liderar la musa Clío, dedicada a la música española antigua y al barroco latinoamericano, es una oportunidad muy valiosa, particularmente en un momento en donde casi todos sus proyectos y conciertos están en pausa, a causa de la pandemia.

“Me siento muy optimista con respecto al grupo; me dejé guiar por la intuición y ya hablé con las chicas que lo integrarán. Las motivé a vernos e invertir en nuestros viajes y todas se mostraron anuentes. Vamos a mover las cosas para que el universo se mueva. Hay ganas de hacerlo, eso es lo más importante”.

Está convencida de que el proyecto es un ejemplo importante para otras personas, particularmente para otras mujeres músicas:

 

“Yo crecí en un ambiente en donde te atemorizaban un poco con la idea de salir adelante. Pretender el éxito profesional, en el caso de una mujer, era pretender tu ruina emocional, porque se daba por un hecho que no podés conseguir una persona que te apoye en ese camino. Como mujer, no podés aspirar al éxito, porque vas a sufrir o vas a estar sola. Romper esos estereotipos es muy importante”.

En cuanto al futuro, Regina considera que es posible compaginar muchas facetas y proyectarse en el mundo de la música de diversas formas:

“Tengo muchos deseos de hacer cosas en mi país, hacer conciertos temáticos sobre temas filosóficos o involucrarme en proyectos multidisciplinarios. Trabajar la música tratando de explotar lo que nos puede ofrecer como lenguaje simbólico. También me interesa mucho acercar el artista al público y el público al artista. Con el paso de los años, cada vez le encuentro menos sentido a la idea del artista en un pedestal, inaccesible. Me encantaría transmitir a las futuras generaciones la idea de que en el mundo de la música hay diferentes caminos”.

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Photo credit: Hernán González

Al preguntarle a Regina qué características son esenciales para quienes desean dedicarse a la música barroca, piensa un poco y finalmente responde:

“Yo creo que lo fundamental es cuestionarse las cosas, querer saber de dónde vienen. Esa es la base: la curiosidad y la flexibilidad. No ver la vida desde una sola perspectiva. Otra cosa importante es querer dar brillo a tu identidad. Buscar tu lado particular, tu individualidad, y mostrarlos a través de la música”.

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